Administramos los
ocho cuestionarios el día 29 de abril de 2013 a las doce del mediodía
aproximadamente. Fuimos mi compañero, Adrián Gil Díaz-Albo y yo, Patricia
Morrugares Portero, a la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense
de Madrid, en Somosaguas, Pozuelo de Alarcón.
Cuando mi
compañero y yo nos vimos en la tesitura de elegir a qué facultad debíamos ir
para la realización de la tercera práctica propuesta en clase, decidimos
realizarlo en conjunto para facilitarnos el trabajo, ya que dos piensan mejor
que uno, trabajando así en equipo de apoyo. Así pues, sólo nos quedaba elegir
dónde íbamos a repartir los 16 cuestionarios de los que disponíamos. Decidimos
dirigirnos a la facultad de psicología, más concretamente la cafetería de la
misma, situada en la planta cero del edificio. Las razones que nos llevaron a
tal toma de decisión fueron variadas, la primera era la cercanía a nuestra
misma facultad, Ciencias Políticas y Sociología; la segunda razón era una
supuesta mayor predisposición para la
realización de los cuestionarios, puesto que estarían de algún modo más
acostumbrados a tal práctica y habría por su parte mayor comprensión y apoyo;
la tercera y última razón es la que concierne a la cafetería, allí los alumnos
estarían más relajados y tendrían mayor disponibilidad y atención para con
nuestro trabajo.
A la hora de
plantearles la práctica no nos encontramos prácticamente ninguna dificultad, en
la cafetería había algunos alumnos, pero no había demasiada gente que
incordiara nuestra práctica. Cabe decir, que ninguna de las personas invitadas
a la realización del cuestionario se negó, sólo una pareja no la hizo y fue
porque no estudiaban en la Universidad Complutense de Madrid, y la muestra que
nos interesaba en nuestra investigación era únicamente estudiantes de la UCM.
Así pues, nos dirigimos a un grupo de tres personas, dos chicos y una chica,
que conversaban tranquilamente en la cafetería, elegimos un grupo y no a una
persona individual para realizar un número mayor de cuestionarios en menos
tiempo. Nos dirigimos a ellos y nos presentamos, aludiendo a nuestro nombre,
nuestra ocupación y la razón de nuestra interrupción. En esa presentación,
omitimos intencionadamente nuestros estudios, pues que presentarnos como
“sociólogos” podría condicionarles negativamente en la toma de decisión, les
explicamos a los sujetos investigados el anonimato del cuestionario, la
posibilidad, así mismo, de recibir información posterior sobre el estudio si al
final del cuestionario nos facilitaban su e-mail y de qué trataba el
cuestionario, del uso de las “nuevas tecnologías”. Terminamos dicha
presentación diciéndoles que en caso de haber alguna duda en el proceso de
completar dicho cuestionario, nosotros se la solucionaríamos, que “para eso
estábamos allí” y que el no les iba a ocupar mucho tiempo, unos diez minutos/cuarto de hora. Algunos pidieron un
bolígrafo, que nosotros amablemente les facilitamos y esperamos a una distancia
prudente para que no se sintieran presionados, pero sin que pudiesen olvidar
nuestra presencia en caso de duda.
Mi compañero y yo
nos separamos, trece de los dieciséis encuestados realizaron la práctica sin
ninguna dificultad, dos de los restantes me preguntaron alguna duda sobre el
cuestionario, una sobre el significado de una tecnología y otra sobre una
pregunta del mismo. Otro de los encuestados restantes me entregó el
cuestionario sin haber hecho una pregunta, cuando me hizo entrega de él, lo
revisé como había hecho con todos y al darme cuenta volví y le pedí que por
favor me rellenara la pregunta en cuestión, él chico me la rellenó pidiéndome
disculpas por su despiste
Durante el
proceso de cumplimentación observamos como algunos que se encontraban en grupos
comentaban entre ellos el cuestionario, y algunos de los que estaban solos (una
chica y un chico en particular) miraban el móvil mientras lo rellenaban. Cabe
destacar el visible aburrimiento/cansancio de algunos de los sujetos, puesto
que hacía gestos que evidenciaban lo dicho en líneas anteriores, sobre todo en
las últimas páginas del cuestionario.
En referencia al
tiempo que tardaron los encuestados, la media que calculamos entre mi compañero
y yo es alrededor de unos veintiún minutos. La gran mayoría tardó menos, (una
chica incluso tardó tan sólo 10 minutos en rellenarlo) pero, una del
encuestadas aumentó la media, tardando treinta minutos aproximadamente en rellenar
el cuestionario.
Concluyendo con
la valoración global del trabajo, diremos que ha sido positiva. Ambos íbamos
con la idea de que iba a ser un trabajo algo difícil, pero la predisposición de
los encuestados y la no negación de los invitados desmontó la idea en apenas unos minutos. Los
encuestados eran chicos y chicas jóvenes de primer, segundo y tercer grado de
la carrera de psicología, hubo una chica que me comentó al hacerle la invitación
“hoy por ti, mañana por mi” sonriendo.