El movimiento de protección animal ha sido calificado como
“sofisticado y heterogéneo”, compuesto por una pluralidad de personas con
distintos puntos de vista, ideologías, causas y objetivos. De ahí que muchos
autores hayan preferido referirse a él como un único movimiento compuesto por
posturas de diversa índole. A pesar de que el vegetarianismo se considera “la
piedra angular del movimiento”, la realidad es que no todos los activistas
animalistas adoptan una dieta vegana ni todos los veganos son activistas, así
pues esto dota al fenómeno de una mayor complejidad.
En España las primeras asociaciones animalistas datan de los
años 70, ahora bien, a pesar de que llevan más de tres décadas trabajando y de
que cuentan con el mayor apoyo de la sociedad apenas se sabe nada de sus
actores principales, individuos que voluntariamente eligen y promueven el
estilo de vida vegano y antiespecista.
- ¿Quiénes son?
- ¿Cómo ha sido su proceso de conversión?
- ¿Cuáles son sus estrategias de activismo?
Con este artículo la autora pretende pues a suplir ese
vacío, exponiendo los datos de una investigación exploratoria y preliminar que
aborda diversas cuestiones y que pretende servir de base para futuras
investigaciones sobre el movimiento, sus estrategias y sus actores.
A la vista de lo anterior, la autora en su artículo tiene
como objetivo analizar el
perfil de vegano activista abolicionista, la razón principal es que
dentro del colectivo animalista, este individuo es el que persigue mayor
consistencia moral y exige mayor compromiso personal y transformación de su día
a día. Así, examinando a estos individuos podemos comprender actitudes y
predecir comportamientos sociales.
Se estudia este perfil teniendo en cuenta variables
1. Sociodemográficas.
2. Ideológicas.
3. Proceso de conversión.
4. Estrategias de activismo.
El estudio se encuentra con diversos diversas dificultades
en su marco conceptual, primero porque en España no hay un único vocablo para
referirse al movimiento, se utilizan términos como “animalista”, “protección
animal”, o “derechos de los animales” entre otros. El segundo es la dificultad
para delimitar si un individuo es o no es activista animalista, por lo que
finalmente se optó por invitar a los participantes a que declararan si se
consideraban o no activistas y su postura filosófica. Por último, la dificultad
del concepto “veganismo”, se consideró que fueran los mismos participantes los
que se auto-reflejaran en la siguiente definición:
“No utiliza ni consume productos
de origen animal en la ropa, en los cosméticos o en la dieta, incluyendo la
miel”.
En lo que ha literatura se refiere, existe un gran abanico
de estudios, procedentes en su mayoría de EEUU. Este fenómeno ha sido
generalmente analizado desde la perspectiva psicológica y sociológica.
Es interesante resaltar el hecho de no haberse encontrado
ningún trabajo en el que el sujeto de análisis reuniera la doble condición:
activista y vegano.
Por tratarse de un
estudio preliminar, y dado el tamaño y la dispersión de la población a
estudiar, se optó por utilizar la técnica cuantitativa en forma de encuesta
online, transversal y no aleatoria, utilizando el programa de Encuestafácil,
herramienta que permite a
los usuarios elaborar por si mismos, de una forma rápida y sencilla, encuestas
internas y externas que ayuden en la toma de decisiones. Esta encuesta online
permite obtener información en tiempo record y sin destinar apenas recursos.
Esta encuesta ha
sido distribuida por internet en emails, foros y redes sociales, demostrando,
como ya he dicho, ser una herramienta fiable y válida.
Algunas de las ventajas
son la velocidad, la diversidad de preguntas, el bajo costo y el anonimato del
encuestado, que disminuye el sesgo de la deseabilidad social, son algunas de
sus ventajas. Entre las limitaciones destaca el escaso control de la muestra y
el posible sesgo de selección de participantes en favor de un perfil más joven,
educado, masculino y urbano que caracteriza al internauta español actual13. No
obstan- te, cabe destacar que la penetración de internet en la población era
del 64,6%, que el correo electrónico era para el 85% de sus usuarios el medio
de comunicación habitual y que España ocupaba el segundo lugar en el mundo en
el uso de las redes sociales.
El cuestionario,
dividido en seis apartados (vegetarianismo, activismo, estrategias, ideología,
emociones y cuestiones sociodemográficas) y compuesto por 49 preguntas15 (46
cerradas y 3 abiertas sobre su experiencia como activista, estrategias y visión
del ser humano), reflejaba las principales variables identificadas en la
literatura.
En relación con
el universo, la ausencia de estudios relacionados con el vegetarianismo y el
activismo animal impide ofrecer una cifra concreta; solo contamos con estimaciones
procedentes de las organizaciones vegetarianas que consideran que
aproximadamente el 0,8% de la población española sería vegetariana. Según la
Agencia Española de Seguridad Alimentaria Nacional (2011), el 1,5% de la
población española no come carne o pescado y el 2,7% no consume huevos.
Por último, la muestra
se dio a conocer en el foro de la Unión Vegetariana Española, tras un periodo
pre-test en el que participaron 8 personas, y se solicitó la colaboración de 28
organizaciones animalistas españolas, teniéndose constancia de que diez aceptaron
distribuir el enlace al cuestionario, vía email y/o redes sociales, entre sus
contactos. La respuesta a la encuesta fue muy buena. La muestra sobre la que se
basa este artículo la conforman 104 individuos: el 16% de los 637 que contestaron
la encuesta que se auto-identificaron como veganos y activistas abolicionistas.
En relación con los resultados, lo primero que
llama la atención del perfil sociodemográfico es el género, una variable constante según la
literatura y la más importante cuando se habla del trato de los animales no
humanos y de la pertenencia al movimiento de protección animal. La doctrina ha
observado que las mujeres expresan mayor preocupación y empatía hacia los animales,
se oponen a la experimentación animal, tienen más desarrollado el sentido de la
repugnancia y están menos predispuestas al consumo de carne. Por otra parte,
parece ser que las mujeres son más receptivas a los materiales de campaña
utilizados por las organizaciones animalistas y que muestran un mayor nivel de
involucración, al menos inicialmente, en el movimiento.
Más allá de las
evidencias empíricas, múltiples teorías han intentado explicar la relevancia de
esta variable. Mientras unos autores la vinculan al movimiento antivivi-seccionista
de la época victoriana, predominantemente femenino, otros aluden a la distinta
relación que los dos sexos mantienen con la naturaleza: más dominante el
hombre, más ética la mujer. La teoría feminista de la igualdad apunta a la condicionalidad
social y a la opresión estructural sufrida por la mujer como factores determinantes
que la predisponen a extender la igualdad a otros seres vivos. Por último, cabe
destacar la contribución de la ética del cuidado de Gilligan que mantiene que,
a diferencia de los hombres, las mujeres favorecen las relaciones
interpersonales y están más inclinadas a basar sus juicios morales en el afecto
y la compasión que en la justicia o la ley.
Por otra parte, según
la autora se podría pensar que el contacto con la naturaleza, posible en los
entornos rurales, favorece una conducta pro-animalista, la mayoría de los
participantes residen (y han residido) en zonas urbanas; lo atribuyen a
que en el mundo rural todavía se mantiene una actitud más tradicional hacia
ellos.
Entre las
Comunidades Autónomas, destaca la participación de los residentes en Cataluña
(22%) y Madrid (18%), autonomías con mayor penetración de internet en los hogares
(INE, 2010), pero también donde tienen su sede la mayoría de las organizaciones
abolicionistas.
Los resultados
sobre el nivel de educación y la edad (indicador útil para medir
la evolución del movimiento) coinciden con los de hace más de una década en
Estados Unidos y con el núcleo más «activo de los movimientos» sociales: la mayoría de los participantes tiene
estudios superiores y es menor de 35 años. Si bien hay que tener en cuenta que
el uso de internet es mayor entre la población de 25 a 35 años y con estudios
universitarios, por lo que podría existir cierto sesgo debido a la
auto-selección de la muestra.
El que sean de clase
media concuerda con la extensa literatura sobre los nuevos movimientos
sociales y aunque los resultados no son concluyentes, parece ser que a mayor
nivel de ingresos, mayor actitud animalista.
Las cifras sobre
el estado civil y la tenencia de hijos distan mucho de otros movimientos
sociales, y de la media nacional. La literatura no ha analizado estas variables
pero sí apunta a que este estilo de vida sea un factor que pueda dificulta las
relaciones en pareja. Finalmente, los autores coinciden en que existe una
fuerte relación entre ser activista y convivir con animales; sin embargo, no es
concluyente el haber tenido esa experiencia durante la infancia.
Aunque los
participantes del estudio no practican ninguna religión, sí se consideran
espirituales y algunos de ellos abrazan el panteísmo (tabla). Esto es coherente
con la fuerte relación negativa observada por los investigadores entre la
práctica religiosa y la extensión de derechos morales a los animales. Además,
parece ser que los adscritos a creencias judeocristianas muestran menor apoyo
al movimiento.
Estudios previos
indican que existe una tendencia a que los nuevos movimientos sociales tengan
una ideología liberal o de izquierdas. Asimismo, se observa por parte de
los animalistas un gran interés hacia las cuestiones medioambientales, sociales
y políticas; ello explicaría que el 75% de los encuestados colabore activamente
con asociaciones no animalistas, destacando las ecologistas, las educativas y
las de derechos humanos.
Para el 84% de
los participantes, el veganismo es un estilo de vida. Asimismo, coincidiendo
con otros estudios, la mayoría de los encuestados reconocen que su decisión de
adoptarlo ha sido racional y emocional. Para muchos, el cambio vino
desencadenado por haber estado en contacto con información sobre crueldad
animal que o bien les hizo «despertar», «cambiar el chip y decidir que al
día siguiente ya no comería nada animal nunca más» o bien reprimirla
durante algún tiempo para aparecer cuando menos lo esperaba. En cualquier caso,
como en la literatura Los encuestados señalan que el comienzo es lo más difícil
y declaran sentir emociones mezcladas: frustración, soledad, orgullo,
realización y optimismo.
Parece ser que
los encuestados primero adoptan el veganismo y posteriormente el activismo.
Las conclusiones son las siguientes:
1. Son personas optimistas que comparte
factores sociodemográficos, sentimientos, procesos de conversión y estrategias
con otros países.
2. Se trata de un movimiento arraigado en
valores que sobrepasan las diferencias culturales que pudieran existir entre
las distintas naciones.
BIBLIOGRAFIA:
Estela Díaz Carmona “Profile of the Vegan Animal Rights Activist in Spain” publicado en REIS, 39, julio-septiembre 2012, pp. 175-188 (disponible en AQUÍ)
BIBLIOGRAFIA:
Estela Díaz Carmona “Profile of the Vegan Animal Rights Activist in Spain” publicado en REIS, 39, julio-septiembre 2012, pp. 175-188 (disponible en AQUÍ)
Os dejo con el power point que acompaña a dicha exposición:
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